
EL ASALTO A LA RAZÓN
La ciencia es un estilo de pensamiento y de acción: precisamente el más reciente, el más universal , el más poderoso y el más provechoso de todos los estilos.
Mario Bunge.
La Academia de Ciencias de Nueva York acaba de publicar un libro sobre el resurgimiento de lo irracional a finales del siglo XX. Este resurgimiento no se limita sólo a ensalzar el no-sentido común, sino también a atacar todo lo que tenga que ver con la ciencia.
Es comprensible que las ciencias débiles, como la medicina, la psicología, sean las primeras víctimas de este movimiento.
Así, la medicina científica es atacada con un buen arsenal de términos procedentes de verdaderos asesinatos linguísticos. Se la califica de reduccionista y excesivamente lineal y se ha optado por llamar a los métodos no científicos, en su conjunto, medicina alternativa. Sampson ha propuesto una lista de términos usados por los diversos defensores de esta situación: No ortodoxa, No convencional; No tradicional, Complementaria, Holística, Ortomolecular, Oriental, De la Fuerza Vital, Espiritual, Sanadora, Bioenergética, Natural, Orgánica, Metabólica, No Tóxica, Homeopática, Esencial.....
Aunque una característica común de todos estos métodos es la ausencia absoluta de pruebas de supuesta eficacia, nadie parece preocuparse por esta vuelta de nuestros ciudadanos al oscurantismo y a la superstición Temo que, en realidad, no se trata de ninguna vuelta, sino del hecho de que la humanidad no ha abandonado nunca la irracionalidad.
Los medios de comunicación en general contribuyen a esta ceremonia de la confusión, al dar especial relevancia a todo lo que suene a alternativo. Prácticamente, no existe emisora de radio sin un programa "alternativo" en que algún desequilibrado nos recomiende tratamientos pintorescos para cualquier tipo de enfermedad.
Las cadenas de televisión ofrecen también con lamentable insistencia programas en que los magos, brujas (en general de buen ver), videntes, quirománticos, naturistas, fitoterapeutas, bioenergéticos, relajadores, acunpuntureros, orientalistas, parapsicólogos e incluso representantes de cultos satánicos o angelicales, intentan convencernos de la bondad de sus métodos. Nunca o casi nunca estas intervenciones son contrastadas por la presencia de algún científico que pueda poner en duda lo que en ella se dice. Así pues, la responsabilidad de los medios de difusión es alta en esa tarea de mantener a la gente en el mundo de la superstición y de la ignorancia. Algunos directores de estos medios se defienden hablando de la libertad de expresión y de la conveniencia de mantener una postura de neutralidad ante estos fenómenos. No creo que nadie capaz de negar la existencia de la gravedad, o defensor del geocentrismo pudiera exponer sus extravagancias sin aportar pruebas de lo que dice.
La psicología, especialmente la biológica, cuyas características son mucho más recientes que otras ramas de la medicina, es especialmente vulnerable a esta situación, porque muchos de sus profesionales actúan o defienden posiciones tan poco científicas como las que hemos citado anteriormente.
En este mundo "alternativo", los psicofármacos son drogas peligrosísimas que crean dependencia, arruinan la personalidad y destruyen lo que ellos llaman el "yo" del paciente.
Recientemente, ha vuelto a dar señales de vida un movimiento dirigido por casi-visionarios, en contra de la terapia electroconvulsiva. Los miembros de este grupo ya fueron muy activos hace más de 25 años. Para cualquier observador imparcial, podría resultar sorprendente que cinco lustros de trabajo y datos bien contrastados no hayan servido para desterrar afirmaciones basadas sólo en la ignorancia.
La sorpresa de este observador estaría justificada si pensáramos que los movimientos de este tipo están basados en supuestos racionales, pero es importante recordar que tales movimientos se basan en la fe y en las creencias. Son por lo tanto, invulnerables a argumentos científicos, a la experiencia y en último término a la realidad.
Preparémonos, porque pronto se popularizará en nuestro medio la psicoterapia constructivista. Basada en el antirrealismo del algunos intelectuales postmodernos, esta terapia no pretende "curar" las ideas delirantes de los enfermos, sino hacerlas satisfactorias para ellos, sobre la base que nadie está preparado para juzgar lo que es delirio y lo que es realidad.
El negar conocimientos científicos, producto de la aplicación de la metodología de investigación, es peligroso, pues determina un retroceso a etapas ya superadas por el ser humano. Es necesario mantener en mente la premisa de que la ciencia, en resolución, crece a partir del conocimiento vulgar y la rebasa con su crecimiento: de hecho, la investigación científica empieza en el lugar mismo en que la experiencia y el conocimiento ordinarios dejan de resolver problemas o hasta de plantearlos.
Con esta última reflexión es necesario, hacer conciencia a que las universidades, son las llamadas a ser crisoles de ciencia y por ende, de conocimientos científicos en todas las ramas del saber y sus más fervientes e incondicionales defensoras.
Luisvel.
12/10/04
La ciencia es un estilo de pensamiento y de acción: precisamente el más reciente, el más universal , el más poderoso y el más provechoso de todos los estilos.
Mario Bunge.
La Academia de Ciencias de Nueva York acaba de publicar un libro sobre el resurgimiento de lo irracional a finales del siglo XX. Este resurgimiento no se limita sólo a ensalzar el no-sentido común, sino también a atacar todo lo que tenga que ver con la ciencia.
Es comprensible que las ciencias débiles, como la medicina, la psicología, sean las primeras víctimas de este movimiento.
Así, la medicina científica es atacada con un buen arsenal de términos procedentes de verdaderos asesinatos linguísticos. Se la califica de reduccionista y excesivamente lineal y se ha optado por llamar a los métodos no científicos, en su conjunto, medicina alternativa. Sampson ha propuesto una lista de términos usados por los diversos defensores de esta situación: No ortodoxa, No convencional; No tradicional, Complementaria, Holística, Ortomolecular, Oriental, De la Fuerza Vital, Espiritual, Sanadora, Bioenergética, Natural, Orgánica, Metabólica, No Tóxica, Homeopática, Esencial.....
Aunque una característica común de todos estos métodos es la ausencia absoluta de pruebas de supuesta eficacia, nadie parece preocuparse por esta vuelta de nuestros ciudadanos al oscurantismo y a la superstición Temo que, en realidad, no se trata de ninguna vuelta, sino del hecho de que la humanidad no ha abandonado nunca la irracionalidad.
Los medios de comunicación en general contribuyen a esta ceremonia de la confusión, al dar especial relevancia a todo lo que suene a alternativo. Prácticamente, no existe emisora de radio sin un programa "alternativo" en que algún desequilibrado nos recomiende tratamientos pintorescos para cualquier tipo de enfermedad.
Las cadenas de televisión ofrecen también con lamentable insistencia programas en que los magos, brujas (en general de buen ver), videntes, quirománticos, naturistas, fitoterapeutas, bioenergéticos, relajadores, acunpuntureros, orientalistas, parapsicólogos e incluso representantes de cultos satánicos o angelicales, intentan convencernos de la bondad de sus métodos. Nunca o casi nunca estas intervenciones son contrastadas por la presencia de algún científico que pueda poner en duda lo que en ella se dice. Así pues, la responsabilidad de los medios de difusión es alta en esa tarea de mantener a la gente en el mundo de la superstición y de la ignorancia. Algunos directores de estos medios se defienden hablando de la libertad de expresión y de la conveniencia de mantener una postura de neutralidad ante estos fenómenos. No creo que nadie capaz de negar la existencia de la gravedad, o defensor del geocentrismo pudiera exponer sus extravagancias sin aportar pruebas de lo que dice.
La psicología, especialmente la biológica, cuyas características son mucho más recientes que otras ramas de la medicina, es especialmente vulnerable a esta situación, porque muchos de sus profesionales actúan o defienden posiciones tan poco científicas como las que hemos citado anteriormente.
En este mundo "alternativo", los psicofármacos son drogas peligrosísimas que crean dependencia, arruinan la personalidad y destruyen lo que ellos llaman el "yo" del paciente.
Recientemente, ha vuelto a dar señales de vida un movimiento dirigido por casi-visionarios, en contra de la terapia electroconvulsiva. Los miembros de este grupo ya fueron muy activos hace más de 25 años. Para cualquier observador imparcial, podría resultar sorprendente que cinco lustros de trabajo y datos bien contrastados no hayan servido para desterrar afirmaciones basadas sólo en la ignorancia.
La sorpresa de este observador estaría justificada si pensáramos que los movimientos de este tipo están basados en supuestos racionales, pero es importante recordar que tales movimientos se basan en la fe y en las creencias. Son por lo tanto, invulnerables a argumentos científicos, a la experiencia y en último término a la realidad.
Preparémonos, porque pronto se popularizará en nuestro medio la psicoterapia constructivista. Basada en el antirrealismo del algunos intelectuales postmodernos, esta terapia no pretende "curar" las ideas delirantes de los enfermos, sino hacerlas satisfactorias para ellos, sobre la base que nadie está preparado para juzgar lo que es delirio y lo que es realidad.
El negar conocimientos científicos, producto de la aplicación de la metodología de investigación, es peligroso, pues determina un retroceso a etapas ya superadas por el ser humano. Es necesario mantener en mente la premisa de que la ciencia, en resolución, crece a partir del conocimiento vulgar y la rebasa con su crecimiento: de hecho, la investigación científica empieza en el lugar mismo en que la experiencia y el conocimiento ordinarios dejan de resolver problemas o hasta de plantearlos.
Con esta última reflexión es necesario, hacer conciencia a que las universidades, son las llamadas a ser crisoles de ciencia y por ende, de conocimientos científicos en todas las ramas del saber y sus más fervientes e incondicionales defensoras.
Luisvel.
12/10/04
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